Sergio Ramírez deposita en la Caja de las Letras una carta original de Rubén Darío y otra de Augusto César Sandino
20 de abril de 2018
- El escritor ha dejado esta mañana un legado de dos nicaragüenses, uno poeta y otro militar, que "nos dieron la dignidad y el sentido de nación"
- Esta tarde (19 h) charlará con el director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, en una conversación abierta al público
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez ha depositado esta mañana, en vísperas de recoger el Premio Cervantes, un legado personal en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Dos cartas originales, una del poeta Rubén Darío y otra del político y militar Augusto César Sandino, "dos nicaragüenses que me legaron un país", ha afirmado. Por la tarde, el también periodista, político y abogado celebrará una charla literaria (19 h) con Juan Manuel Bonet, director del Instituto.
Sergio Ramírez (Masatepe, 1942) ha dejado su legado en la caja de seguridad número 1475, donde permanecerá guardado hasta el 5 de agosto de 2022. Un legado con el que entra en la Caja de las Letras "la historia de la poesía y de la prosa, la historia convulsa de Nicaragua, la política y la diplomacia", en palabras de Juan Manuel Bonet, quien ha entregado al autor una llave simbólica como recordatorio y un certificado acreditativo del depósito realizado.
Las cartas legadas, conservadas "durante mucho tiempo" en el archivo personal de Sergio Ramírez, están fechadas el 2 de enero de 1902 -la de Rubén Darío-, y el 11 de octubre de 1931, -la de César Augusto Sandino-. La del autor de Azul, está dirigida a un médico y político amigo, Luis Ramiro Debayle, a quien le pidió el consulado de Nicaragua en París, un título que el poeta obtuvo un año más tarde. La misiva de Sandino tiene como destinatario el general Simón González, con el objetivo de incidir en órdenes sobre una expedición militar a la costa del Caribe.
Un legado que transciende el oficio
El autor de Margarita, está linda la mar, quien forma parte del Patronato del Instituto desde 2014, ha señalado que "tras mucho reflexionar" decidió decantarse por un legado que "trascendiera a sí mismo y a los instrumentos de su oficio". A su juicio, no "podía dejar nada mejor" al Instituto Cervantes que "la firma de los dos nicaragüenses que le legaron un país: su puño y su letra".
"Somos hijos entonces de la dignidad y de la palabra, ambos han salido de las entrañas de esa tierra pequeña y fecunda, una tierra que nadie mejor que Rubén pudo describir", ha concluido.
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