Nicolás Sánchez-Albornoz deja como legado la medalla de la Real Academia de la Historia que recibió su padre en 1926

22 de noviembre de 2018

  • El homenaje del Instituto Cervantes a su primer director continuará esta tarde con un debate que presentará la vicepresidenta Carmen Calvo

El historiador Nicolás Sánchez-Albornoz, el primer director del Instituto Cervantes (1991-1996), depositó este mediodía en la Caja de las Letras como legado, entre otros objetos, la medalla de académico de la Historia que recibió su padre en 1926, y que dicha Real Academia no ha aceptado recuperar. Esta tarde participará en un debate que presentarán el director de la institución, Luis García Montero, y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo

Es el doble homenaje que el Instituto Cervantes rinde este jueves a quien puso los cimientos del organismo y capitaneó sus primeros años de andadura. «Me siento heredero de quienes abrieron camino», dijo García Montero en agradecimiento a Nicolás Sánchez-Albornoz, de 92 años de edad; «su herencia se convirtió en compromiso de futuro». Los actos de hoy, agregó, son «un reconocimiento de nuestros mayores y su labor para comprometernos con los que vendrán después».

El legado que deja Sánchez-Albornoz (Madrid, 1926) tiene especial valor simbólico. Destaca la medalla que su padre, Claudio Sánchez-Albornoz, recibió de la Academia de la Historia cuando ocupó en 1926 el sillón 10. Fue dado de baja en 1941 por orden del régimen, y se reincorporó en 1975, unas semanas después de la muerte de Franco. 

Dado que la institución no aceptó dicha medalla a la muerte de don Claudio, tal como les ofreció Nicolás, el exdirector del Cervantes la deja ahora depositada en la Caja de las Letras «a la espera de que se digne interesarse por su recuperación», explicó. 

También depositó un vistoso collar con las insignias que le acreditan como miembro de la Academia Portuguesa de la Historia (tomó posesión en 1988 en Lisboa) y una pluma que ha utilizado con asiduidad. 

Todo ello reposará en la caja de seguridad número 1.467 de la antigua cámara acorazada de la sede central del Instituto hasta una fecha por determinar. Es la primera vez que un exdirector del Cervantes deja un legado personal en esta peculiar cámara «donde se conserva la experiencia humana» frente a las prisas y «la idea del tiempo de usar y tirar», en palabras de García Montero. También asistió al acto el segundo director del Instituto, el Marqués de Tamarón.

Debate su trayectoria

Esta tarde (19:30 h), García Montero y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, presentarán una mesa redonda sobre la trayectoria de Nicolás Sánchez-Albornoz

Intervendrán en el debate, abierto al público, el cineasta Fernando Colomo y los historiadores Mirta Núñez Díaz-Balart, directora del Departamento de Historia de la Comunicación Social de la Universidad Complutense, y Leandro Prados de la Escosura, profesor de la Universidad Carlos III (Madrid). Moderará Cecilia Fernández Suzor, del departamento de Hispanismo del Instituto Cervantes.

Fernando Colomo llevó al cine un episodio que marcó la vida de Nicolás Sánchez-Albornoz, condenado (1947) a seis años de trabajos forzados en el Valle de los Caídos por su pertenencia a la ilegal Federación Universitaria Escolar. En 1948 consiguió escapar y se exilió primero en Argentina y después en Estados Unidos, hasta que pudo regresar a España tras la muerte de Franco. Aquel cautiverio y su huida hasta llegar a Francia quedaron inmortalizados en la película de Colomo Los años bárbaros (1998).


Galería de imágenes

Antes de la entrega del legado
Luis García Montero y Nicolás Sánchez-Albornoz
Depositando el legado
Nicolás Sánchez Albornóz firma en el libro de honor de la institución
Parte del legado, una medalla
Nicolás Sánchez-Albornoz recibe la llave del depósito 1.467
El legado reposará en la caja de seguridad número 1.467

Antes de la entrega del legado, el primer director de la institución, Nicolás Sánchez Albornoz (izda); el actual director del Cervantes, Luis García Montero; y el segundo director del Cervantes, el Marqués de Tamarón (dcha), que acudió al acto, posan ante la Caja de las Letras.  

Foto: Instituto Cervantes (Augusto Almoguera)

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El director del Cervantes, Luis García Montero (izda), y Nicolás Sánchez-Albornoz, en una imagen distendida antes de sus intervenciones, precedentes a la entrega del legado.

Foto: Instituto Cervantes (Augusto Almoguera)

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De izda a dcha, el Marqués de Tamarón; Evelina Sánchez-Albornoz, hija del homenajeado; la secretaria general del Cervantes, Carmen Noguera; el director del Instituto, Luis García Montero, y Nicolás Sánchez Albornoz, que muestra los objetos que deposita como legado: la medalla de su padre, un llamativo collar con las insignias que le acreditan como miembro de la Academia Portuguesa de la Historia (tomó posesión en 1988 en Lisboa) y una pluma que ha utilizado frecuentemente.

Foto: Instituto Cervantes (Augusto Almoguera)

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Nicolás Sánchez Albornóz, primer director del Instituto Cervantes (1991-1996), firma en el libro de honor de la institución junto al director del Cervantes, Luis García Montero (izda), en presencia de la secretaria general del Instituto, Carmen Noguero.

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El legado que deja Sánchez-Albornoz tiene especial valor simbólico. Destaca la medalla que su padre, Claudio Sánchez-Albornoz, recibió de la Academia de la Historia cuando ocupó en 1926 el sillón nº 10. Fue dado de baja en 1941 por orden del régimen, y se reincorporó en 1975, unas semanas después de la muerte de Franco. Dado que la institución no aceptó dicha medalla a la muerte de don Claudio, tal como les ofreció Nicolás, el exdirector del Cervantes la deja ahora depositada en la Caja de las Letras.

Foto: Instituto Cervantes (Augusto Almoguera)

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Nicolás Sánchez-Albornoz (izda) recibe del director del Cervantes, García Montero, la llave del depósito 1.467 de la Caja de las Letras, donde permanecerá custodiado su legado hasta una fecha por determinar. 

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El legado reposará en la caja de seguridad número 1.467 de la antigua cámara acorazada de la sede central del Instituto Cervantes. Es la primera vez que un exdirector del Cervantes deja un legado personal en esta peculiar cámara «donde se conserva la experiencia humana» frente a las prisas y «la idea del tiempo de usar y tirar», en palabras de García Montero.

Foto: Instituto Cervantes (Augusto Almoguera)

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