Los «Demonios familiares» de Ana María Matute

23 de septiembre de 2014

  • Se presenta en el Instituto Cervantes la novela póstuma de la escritora

Tres meses después de la muerte de Ana María Matute, se ha presentado en el Instituto Cervantes su última novela, «Demonios familiares», que la escritora y académica dejó inconclusa por su fallecimiento el pasado 25 de junio. Se trata de un libro póstumo, editado por Destino, y en el que aborda temas como la soledad y la culpabilidad. 

El Instituto Cervantes ha acogido la presentación a los medios de la obra postrera de quien, como premio Cervantes (en 2010), fue miembro de su Patronato. No es esta la única vinculación de Ana María Matute con el Cervantes: la Caja de las Letras guarda una primera edición de su célebre novela «Olvidado Rey Gudú», un legado que Matute entregó personalmente en marzo de 2009 y que pemanecerá custodiado hasta el año 2029. Además, la biblioteca de esta institución en Casablanca (Marruecos) lleva el nombre de la autora barcelonesa (1925-2014). 

Han intervenido en la presentación Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes; Almudena Grandes, escritora, y María Paz Ortuño, amiga y colaboradora de Matute, autora de la nota final del libro. También ha asistido el hijo de la escritora, Juan Pablo de Goicoechea.

«Poco importa que el libro sea inconcluso», ha dicho García de la Concha. «Cada fragmento está unido al ovillo por un hilo conductor que es el hilo de la memoria». Desde su punto de vista «en su obra parece que todo está flotando o que es fragmentario, pero todo está bien anclado».

«Un verso suelto cosido a la Academia»

El director del Cervantes conoció bien a Ana María Matute: era el secretario de la Real Academia Española, que entonces dirigía Lázaro Carreter, y le tocó «mover los hilos» para el ingreso de la escritora en la Docta Casa, donde ella «tenía muchos amigos y muy dispares». García de la Concha ha recordado el paso de la novelista por la RAE: disfrutaba yendo a los almuerzos y le gustaba «ser atendida, querida y cortejada», si bien los asuntos meramente académicos los dejaba para otros. Era, ha dicho García de la Concha, «un verso suelto pero muy bien cosido a la Academia». 

Almudena Grandes, amiga personal y ferviente admiradora de Matute, cree que es «uno o una de los grandes autores que ha tenido la lengua española en el siglo XX y una escritora excepcional en el ámbito de su generación». En su opinión «Los hijos muertos» es la mejor novela de la postguerra. Grandes ha confesado que su obra literaria sería muy diferente si no hubiera tenido a Matute como referente, en especial sus personajes femeninos, que constituyen «una galería de espejos vitales y literarios». 

María Paz Ortuño, que colaboró estrechamente con Matute durante 30 años –era quien le pasaba al ordenador los textos que la académica escribía a mano- ha rememorado la alegría de vivir de la autora, pero también sus demonios y obsesiones, que reaparecen en este último libro tan abruptamente interrumpido por la muerte. 

Por su parte, Emili Rosales, director editorial de Destino (donde Matute publicó desde los años cincuenta), ha calificado «Demonios familiares» como un libro excepcional que consigue transmitir a través de Eva, su protagonista, «el escalofrío de la pérdida y la esperanza loca de lo que ansías». Es, una resumido, «una novela inconclusa pero no por eso menos interesante» que viene a cerrar el ciclo vital de uno de los puntales de la literatura fantástica en español.


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