El Cervantes homenajea al peruano Julio Ramón Ribeyro

06 de noviembre de 2019

  • El legado in memoriam que dejó su viuda en la Caja de las Letras: una de sus primeras máquinas de escribir

El Instituto Cervantes ha incorporado a la Caja de las Letras una de las primeras máquinas de escribir de Julio Ramón Ribeyro (Lima, 1929-1994), «de la que salieron muchas de sus obras». Es el legado in memoriam de uno de los mejores cuentistas de la literatura latinoamericana, que este martes depositó su viuda, Alida Cordero de Ribeyro, en el homenaje que el Cervantes rindió al autor peruano en el 90.º aniversario de su nacimiento.

Cuentista de talla literaria equiparable a Julio Cortázar o Jorge Luis Borges, Julio Ramón Ribeyro también escribió novela, ensayo o teatro. El reconocimiento del Instituto Cervantes al autor de Prosas apátridas contó con la participación del embajador del Perú en España, Claudio de la Puente Ribeyro (sobrino y ahijado del narrador) y los escritores Sara Mesa y Renato Cisneros.

El legado in memoriam quedó guardado en la caja de seguridad número 1431, donde permanecerá hasta el 31 de agosto de 2029, fecha en la que cumpliría cien años.

El director del Cervantes, Luis García Montero, destacó los importantes lazos culturales que el Instituto mantiene con aquel país (el también peruano Alfredo Bryce Echenique dejó otro legado en la Caja de las Letras el pasado 19 de junio) y los proyectos que comparte con el Centro Inca Garcilaso, cuya delegación en España se ubica en la sede del Instituto.

García Montero dialogó a continuación –en su calidad de escritor– con dos expertos en la obra de Solo para fumadores: la española Sara Mesa y el peruano Renato Cisneros. Una velada literaria abierta al público y emitida vía Internet (streaming) en la que los tres autores examinaron la trayectoria, obra creativa y personalidad de Ribeyro, fallecido hace ahora 25 años.

Tras calificarlo como «uno de los grandes, grandes, escritores de nuestra lengua», creador de una narrativa «deslumbrante», García Montero destacó que en los cuentos de Ribeyro lo real llega a parecer inventado, y viceversa, hasta conseguir que «parezca verosímil lo que cuenta».

El autor fue un ser agobiado cuya «responsabilidad solitaria», que también transmite a sus personajes, le impidió asistir al homenaje último a Borges por la defensa que este había hecho del golpe de Estado de Pinochet en Chile.

Sara Mesa, autora del prólogo de la edición conmemorativa de La palabra del mudo (Seix Barral, 2019), que en sus mil páginas contiene los cuentos completos (un centenar) de Ribeyro, se declaró «lectora devota y admiradora» del autor peruano, a quien descubrió a los 16 años de edad.

Julio Ramón Ribeyro fue taciturno, incisivo, poco conformista, inadaptado al mundo, dijo Mesa. La mezcla de alegría bulliciosa y pesimismo impregnan su narrativa, y la tristeza convive con un gran sentido del humor que llega a ser corrosivo. «Trata a sus personales con dulzura y a la vez les da de cachetazos», explicó, hasta transmitir al lector «la sensación de que le toma el pelo».

«Un flaco quejumbroso y derrotista»

 Una dicotomía en la que coincide el peruano Renato Cisneros, para quien Ribeyro fue «un flaco quejumbroso y derrotista», un escritor sombrío y taciturno, solitario y tímido. Pero a la vez, un hombre vital, optimista, bailarín y bohemio, amante de la natación y la bicicleta y fumador empedernido.

Para Cisneros, los personajes ribeyrianos sobreviven sumidos en el escepticismo, la suspicacia y el fracaso, para encarnar «la frustración inherente al ADN del Perú» que tan bien reflejó el autor limeño. Pese a esas contradicciones, fue y sigue siendo muy querido en su país, donde se le recuerda, se le lee (en breve se publicará su biografía Ribeyro, una vida) e incluso fue tendencia en Twitter recientemente.


Galería de imágenes

Legado
Legado, máquina de escribir
Su viuda, Alida Cordero de Ribeyro, ha dedicado unas palabras a su marido
Foto de familia
Diálogo para finalizar el homenaje

El Instituto Cervantes ha incorporado a la Caja de las Letras una de las primeras máquinas de escribir de Julio Ramón Ribeyro, «de la que salieron muchas de sus obras». De izda a dcha, el embajador del Perú en España y sobrino del autor, Claudio de la Puente Ribeyro; su viuda, Alida Cordero de Ribeyro, y el director del Cervantes, Luis García Montero.

Foto: Instituto Cervantes / Juanjo del Río

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La máquina de escribir del autor peruano quedó guardado en la caja de seguridad número 1431, donde permanecerá hasta el 31 de agosto de 2029, fecha en la que cumpliría cien años.

Foto: Instituto Cervantes / Juanjo del Río

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Su viuda, Alida Cordero de Ribeyro, ha dedicado unas palabras a su marido, considerado como uno de los mejores cuentistas de la literatura latinoamericana, en el 90.º aniversario de su nacimiento. Al fondo, el embajador del Perú en España, Claudio de la Puente Ribeyro, y el director del Cervantes, Luis García Montero.

Foto: Instituto Cervantes / Juanjo del Río

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De izda a dcha, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; la viuda del escritor, Alida Cordero de Ribeyro, y el embajador del Perú en España, Claudio de la Puente Ribeyro.

Foto: Instituto Cervantes / Juanjo del Río

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El homenaje finalizó con el diálogo entre el director del Cervantes, Luis García Montero, (centro) en su calidad de escritor, con dos expertos en la obra de Solo para fumadores de Ribeyro: la española Sara Mesa (izda) y el peruano Renato Cisneros (dcha).

Foto: Instituto Cervantes / Juanjo del Río

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